El Monstruo de colores

Desde hace unas semanas y con motivo de de nuestro proyecto , estamos trabajando el cuento del Monstruo de colores, y estos días hemos decorado la clase con los monstruos de diferentes colores, para ir identificando nuestras emociones.

 

 

 

 

 

 

¡DÍAS DE PISCI!

Poco a poco los más peques, van disfrutando de la piscina. En ella hacen circuitos, juegan con pelotas, regaderas y un montón de juguetes más. En definitiva, lo pasan genial, jugando en el agua.

 

¡ÁNDALE!

Hola a todos,

Seguimos con nuestro proyecto de México y hoy nos hemos juntado las dos clases de 4 años para realizar varias actividades relacionadas con la cultura de éste país.

Hemos estado muy atareados ya que hemos pintado catrinas, fabricado pequeñas piñatas, y pintado y punzado nuestras propias guirnaldas. ¡Nos lo hemos pasado fenomenal!

Aquí os dejamos algunas fotos de nuestra mañana…

La princesita I

¡Qué sorpresa más grande nos hemos llevado hoy! El Señor Estudioso ha venido a visitarnos, y no venía sólo, la pricesita I ve nía con él.

Aquí os dejamos el cuento para que la conozcáis un poquito más.

Esta es la princesa I ¿Sabéis qué son esos puntitos?… Lágrimas. Sí, sí, lágrimas. ¿Y esos charcos que hacen sus lágrimas. ¡Qué barbaridad!… ¡Cuánto debe llorar!, ¿verdad?… Hasta las hormigas se esconden cuando llega llega para no morir ahogadas. Un poco exagerado, ¿no?
La princesa I es la persona más delgada de toda la Familia Real. Nació tan delgada que toda la ropa que habían preparado sus padres le quedaba grande. Los médicos tuvieron que cuidarla mucho, porque algunos alimentos le sentaban mal y la pobre siempre lloraba «iii…iii…iii…iii…». Casi nunca terminaba los biberones que le preparaban sus papás, y siguió tan delgada que se le quedó la voz muy fina: «iii…iii…»  
Al hacerse mayor, seguía comiendo poco. No le gustaba la verdura, ni el pescado, ni los garbanzos, ni el arroz, ni el queso. Así creció delgadísima y de tan mal humor que por todo lloraba. Su sus papás le hablaban, creía que la estaban regañando y se escondía para llorar: «iii…iii…iii…»; cuando sus hermanos, el príncipe E y la princesa O, cogían sus juguetes, lloraba muy fuerte: «iii…iii…iii…» Pero era muy activa y tan ágil que nunca se estaba quieta. Por eso acababa cansada de correr de aquí para allá; entonces se quejaba en voz baja: «iii…iii…iii…»
A veces, cuando se ponía nerviosa, chillaba igual que un ratón «iii…iii…iii…». Tanto chillaba y tan fuerte que los ratoncitos salían de sus agujeros pensando que había llegado de visita algún pariente ratón de otra ciudad. Al ver a la princesa, se acerccaban a ella, pues les daba los trocitos de queso que no se había comido. Cuando su mamá le preparaba el bocadillo de la merienda, la princesa llamba con su «iii…iii…» a los ratones amigos para darles miguitas de pan. 
A la princesa lo que menos le gustaba era la hora del baño. Todos los días su mamá tenía que buscarla por el jardín. Cuando la encontraba, ella protestaba con su fina voz: «iii…iii…iii…».
Normalmente, la princesa juega con su iguana o con su hermano el príncipe. Juntos traman numerosas aventuras: desde pintarse la cara comos si fueran miembros de una tribu india, hasta llenar todo el palacio de harina jugando a ser esquiadores. En las ocasiones en que sus padres, los reyes, tienen mucho trabajo, salen de paseo con su cuidadora, a la que, a veces, no hacen mucho caso…
¡Los dos hermanos traen a todo el mundo de cabeza!

La señorita Z

Buenos días!!!

Como todos los lunes, tenemos letra nueva. La letra de hoy la hemos encontrado en el pasillo, y no estaba sola, los príncipes I y E se encontraban con ella, y es que éstos dos son muy muy muy traviesos, y se lo han hecho pasar muy mal a la Señorita Z, os ponemos el cuento para que entendáis por qué.

La señorita Z es la encargada de acompañar a los príncipes cuando van de paseo. A ella le gusta que los niños hagan las cosas a su tiempo: jugar a la hora de jugar, comer a la hora de comer, trabajar a la hora de trabajar y dormir a la hora de dormir.

En una ocasión volvió muy enfadada porque el príncipe E se subió a un árbol, se rompió los pantalones nuevos y casi se cayó cuando se partió la rama donde había puesto el pie. La señorita Z gritó, regañó al príncipe y luego se lo contó a sus papás, así que el príncipe tuvo que prometer que nunca más se portaría mal.

Pero…, un día que iban de paseo, el príncipe E y la princesa I se adelantaron y se escondieron en un campo lleno de flores altas que les tapaban. Como la señorita Z no los veía, pensó que se habían perdido y se asustó muchísimo. Cuando por fin salieron, se dio cuenta de que habían pisoteado las flores. Sin embargo, esta vez les perdonó.

De todos modos, la travesura más grande la hicieron el día que les llevó al circo. Se sentaron muy formales en sus sillas, pero, como la función tardaba en empezar, comenzaron a aburrirse, y no paraban de moverse en la silla, levantarse, sentarse de nuevo…

De pronto, aprovechando un despiste de la señorita Z, se escaparon hacia una parte del circo donde había una caja grande. La abrieron y cogieron lo que les pareció una cuerda, pero en realidad era… ¡una serpiente dormida! Sin embargo, no se asustaron, porque no se dieron cuenta de lo que era. Saltaron con ella y la serpiente, que era muy dormilona, debió de creer que la estaban acunando y no se despertó. 

La señorita Z, al verlos, se asustó, empezó a gritar y casi se desmaya. Cuando más nerviosa estaba pidiendo ayuda, llegaron los niños y se sentaron en sus sillas tan tranquilos. Sus travesuras continuaron durante las actuaciones. Tiraron de la cola a un perrito, molestaron al león que estaba tranquilo en su jaula y lo peor fue cuando vieron a los elefantes. El príncipe, como tenía uno, saltó a la pista, se agarró a la cola del primero y subió como si fuera un trapecista. Se sentó sobre él, se acercó hasta la trompa y se deslizó como si fuera un tobogán hasta el suelo. Luego quiso subir otra vez, pero el elefante, que no le conocía, se enfadó, le cogió con la trompa y le echó dentro del estanque de los patos, que parecía que se reían al decir: «Cua, cua, cua».

La princesa I se acercó para ayudar a su hermano y, ¡zas!, el elefante le dio un trompazo que la mandó junto a su hermano y los patos. Aún enfadado, llenó su trompa de serrín y se lo lanzó a los dos hermanos por encima. ¡Parecían dos filetes rebozados en pan rallado a punto de freír! Todos se reían muchísimo porque creían que era un número del circo. Solo la señorita Z y la princesa O sufrían y estaban nerviosas. ¡Cómo se enfadó la señorita Z ese día! Cogió a cada uno de la mano y regresaron al palacio.

Llegó hasta donde estaban los reyes y dijo muy nerviosa: «Señores, aquí tenéis a esta pareja revoltosa y desobediente. Podéis mandarme lo que queráis menos que vuelva a salir con el príncipe E y con la princesa I. ¡Jamás, señor!; ¡Nunca, señora, volveré a salir con ellos, aunque viva cien años!».

Y…, ¿sabéis? Lo cumplió. Desde entonces, la señorita Z no acompaña casi nunca al príncipe E y a la princesa I. Sin embargo, sí acompaña al rey U, a la reina A y a la tranquila princesa O. Cuando la señorita Z acompaña al rey U, a la reina A y a la princesa O, dice palabras como: zumo, zapato, zampar, zoológico, etc.

Los reyes estaban de acuerdo con la decisión de la señorita Z. De momento, la traviesa pareja no iría a ningún sitio hasta que encontrasen a alguien que quisiera acompañarles

. ¿Quién sacará de paseo a los príncipes revoltosos?… ¿Os gustaría saberlo?

NUESTRO MUÑECO DE NIEVE

El invierno ya ha llegado,  y entre todos hemos empezado a decorar la clase. El primero en llegar, ha sido el muñeco de nieve. Poco a poco se irán sumando diferentes elementos. Así, los peques conocerán un poco más de esta esta estación.

MEXICO LINDO

Hola a todos,

Ya estamos de vuelta de las vacaciones de Navidad con 100% de energía renovada.

Por ello, nos hemos puesto manos a la obra con nuestro proyecto, este trimestre visitaremos México y Kenia.

Para recordar algunas cosas que ya fuimos aprendiendo de México al final del primer trimestre, hemos visto un vídeo en clase y hemos contado de nuevo el cuento de «Aventuras con aguacate».

Aquí os dejamos el vídeo por si queréis volver a verlo en casa, y así que vayan aprendiéndose la canción de México.

El camarero V

¡¡¡¡Feliz año a todos!!!! Ya estamos de vuelta, y a nosotros nos ha venido hoy  a visitar hoy el señor estudioso con el camarero V, y para celebrar el año nuevo, nos han traído champagne (de niños eso sí jejeje).

Aquí os dejamos el cuento

Hoy vamos a conocer al hermano de la señorita B y comprobar en qué se parece a su hermana. Aunque no es tan alto como ella, su forma de hablar es igual; por eso resulta muy fácil confundirlos.

El camarero V pasa todo el día en el bar sirviendo vvvvasos de naranjada y limonada. También lleva vvvvasos de leche a los niños, a los abuelos o a los papás. Acaba con dolor de pies, y eso que no lleva zapatos de tacón como su hermana; siempre usa zapatos cómodos para cansarse menos y llevar la bandeja con seguridad.

Como no tiene ayuda, todo el día está yendo y viniendo de la barra a las mesas para atender a los clientes. Además, en verano saca las mesas a la terraza, y entonces los paseos son mucho más largos y termina cansadísimo. ¡Pobre camarero V! ¡Cuánto tiene que trabajar! Tanto y tanto trabajó que la doctora le recetó unos días de vacaciones en un sitio tranquilo, así que la señorita B se ofreció a realizar su trabajo. Aunque presumida, era buena hermana.

Entonces empezó el lío. El señor Estudioso, que estaba dibujando el cuerpo del camarero para poder escribir palabras como vaso, viernes, vuelta, vacaciones, vela, se quedó muy sorprendido cuando vio a la señorita B en el bar y la oyó hablar: «¡Qué raro! ¡Si habla como el camarero V!  ¡Si suena igualito!».

Al pensar estas cosas, se le ocurrió que sería muy divertido poner algunas palabras con el cuerpo de esta señorita. Así lo hizo. La dibujó para poner bolso, batidos, bueno, bonito, barato, bocadillo… El señor Estudioso era muy bromista y quería ver si la gente aprendía a escribir bien cada palabra o si eran unos despistados. Se lo contó al rey U, que le dijo: —Haz lo que quieras, pero, si alguien se equivoca, le diremos que es un despistado. —¡Bravo, bravo! —aplaudió el señor Estudioso.

Desde aquel día es complicado para los niños que no prestan suficiente atención. Solo existe un truco para que estos hermanos no nos confundan: consiste en observar detenidamente las palabras cuando las encontramos en los libros y si alguna vez queréis escribir «ba», «be», «bi», «bo», «bu», o palabras con ese sonido, y no sabéis si poner a la presumida B o al camarero V, preguntádselo a alguna persona mayor, que os lo dirá encantada.

Os voy a decir tres palabras que se escriben con el camarero V: vaso, vaca, ventana.

También os voy a decir tres palabras que se escriben con la presumida B: barco, bolso, balcón.