La señorita Z

Buenos días!!!

Como todos los lunes, tenemos letra nueva. La letra de hoy la hemos encontrado en el pasillo, y no estaba sola, los príncipes I y E se encontraban con ella, y es que éstos dos son muy muy muy traviesos, y se lo han hecho pasar muy mal a la Señorita Z, os ponemos el cuento para que entendáis por qué.

La señorita Z es la encargada de acompañar a los príncipes cuando van de paseo. A ella le gusta que los niños hagan las cosas a su tiempo: jugar a la hora de jugar, comer a la hora de comer, trabajar a la hora de trabajar y dormir a la hora de dormir.

En una ocasión volvió muy enfadada porque el príncipe E se subió a un árbol, se rompió los pantalones nuevos y casi se cayó cuando se partió la rama donde había puesto el pie. La señorita Z gritó, regañó al príncipe y luego se lo contó a sus papás, así que el príncipe tuvo que prometer que nunca más se portaría mal.

Pero…, un día que iban de paseo, el príncipe E y la princesa I se adelantaron y se escondieron en un campo lleno de flores altas que les tapaban. Como la señorita Z no los veía, pensó que se habían perdido y se asustó muchísimo. Cuando por fin salieron, se dio cuenta de que habían pisoteado las flores. Sin embargo, esta vez les perdonó.

De todos modos, la travesura más grande la hicieron el día que les llevó al circo. Se sentaron muy formales en sus sillas, pero, como la función tardaba en empezar, comenzaron a aburrirse, y no paraban de moverse en la silla, levantarse, sentarse de nuevo…

De pronto, aprovechando un despiste de la señorita Z, se escaparon hacia una parte del circo donde había una caja grande. La abrieron y cogieron lo que les pareció una cuerda, pero en realidad era… ¡una serpiente dormida! Sin embargo, no se asustaron, porque no se dieron cuenta de lo que era. Saltaron con ella y la serpiente, que era muy dormilona, debió de creer que la estaban acunando y no se despertó. 

La señorita Z, al verlos, se asustó, empezó a gritar y casi se desmaya. Cuando más nerviosa estaba pidiendo ayuda, llegaron los niños y se sentaron en sus sillas tan tranquilos. Sus travesuras continuaron durante las actuaciones. Tiraron de la cola a un perrito, molestaron al león que estaba tranquilo en su jaula y lo peor fue cuando vieron a los elefantes. El príncipe, como tenía uno, saltó a la pista, se agarró a la cola del primero y subió como si fuera un trapecista. Se sentó sobre él, se acercó hasta la trompa y se deslizó como si fuera un tobogán hasta el suelo. Luego quiso subir otra vez, pero el elefante, que no le conocía, se enfadó, le cogió con la trompa y le echó dentro del estanque de los patos, que parecía que se reían al decir: «Cua, cua, cua».

La princesa I se acercó para ayudar a su hermano y, ¡zas!, el elefante le dio un trompazo que la mandó junto a su hermano y los patos. Aún enfadado, llenó su trompa de serrín y se lo lanzó a los dos hermanos por encima. ¡Parecían dos filetes rebozados en pan rallado a punto de freír! Todos se reían muchísimo porque creían que era un número del circo. Solo la señorita Z y la princesa O sufrían y estaban nerviosas. ¡Cómo se enfadó la señorita Z ese día! Cogió a cada uno de la mano y regresaron al palacio.

Llegó hasta donde estaban los reyes y dijo muy nerviosa: «Señores, aquí tenéis a esta pareja revoltosa y desobediente. Podéis mandarme lo que queráis menos que vuelva a salir con el príncipe E y con la princesa I. ¡Jamás, señor!; ¡Nunca, señora, volveré a salir con ellos, aunque viva cien años!».

Y…, ¿sabéis? Lo cumplió. Desde entonces, la señorita Z no acompaña casi nunca al príncipe E y a la princesa I. Sin embargo, sí acompaña al rey U, a la reina A y a la tranquila princesa O. Cuando la señorita Z acompaña al rey U, a la reina A y a la princesa O, dice palabras como: zumo, zapato, zampar, zoológico, etc.

Los reyes estaban de acuerdo con la decisión de la señorita Z. De momento, la traviesa pareja no iría a ningún sitio hasta que encontrasen a alguien que quisiera acompañarles

. ¿Quién sacará de paseo a los príncipes revoltosos?… ¿Os gustaría saberlo?