Hoy hemos tenido piscina, como siempre lo hemos pasado fenomenal.
A continuación os dejamos unas cuantas fotos para que veáis cómo son los juegos que realizamos en la pisci.
Hoy hemos tenido piscina, como siempre lo hemos pasado fenomenal.
A continuación os dejamos unas cuantas fotos para que veáis cómo son los juegos que realizamos en la pisci.
Con la llegada del buen tiempo nos hemos puesto como locos!!!
Para darle la bienvenida al sol hemos hecho un mural con todos los colores alegres que inundan esta estación. Los apetecibles rayos de sol con los que ha comenzado la semana nos han inspirado para decorar la clase y darle un aire nuevo más primaveral.
Aquí os dejamos una muestra para que veáis lo bien que nos ha quedado
Hoy ha venido una letra que le gusta mucho estar por las alturas, y que su comida favorita es el queso, es el Trapecista Q:
¿Recordáis el circo que estuvo mucho tiempo en el País de las Letras?… Seguro que os acordáis del payaso R y su hermano.
Pero lo que no sabéis es que en una de las funciones ocurrió un terrible accidente. Cuando el trapecista realizaba uno de los ejercicios más difíciles en lo más alto de la carpa, se mareó y cayó al suelo entre los gritos de toda la gente. La caída fue tan grave que creyeron que no se salvaría. Lo llevaron rápidamente al hospital, allí le curaron, pero se quedó cojo.
No pudo volver a trabajar en el circo, pero todos le seguían llamando el trapecista. Era una persona muy alegre, siempre cantaba y le entusiasmaba que todo el mundo estuviese contento. Cuando el circo se fue, el trapecista Q decidió quedarse en el País de las Letras, donde tan bien se habían portado con él.
El rey U le propuso quedarse a vivir en palacio y ser su secretario, porque era muy listo.
Cuando se cansaba, el trapecista se iba a la cocina a ayudar un rato. Le gustaba hacer bizcochos. ¿Que si sabía? ¡Vaya si sabía! El trapecista Q preparaba unos bizcochos tan deliciosos que hasta el panadero P le pidió que fuese su ayudante en la pastelería. Pero al trapecista Q le gustaba vivir en palacio porque podía comer todo el queso que quisiese; estaba autorizado a bajar a la despensa real y probar todos los tipos de queso que había: quesos duros, quesos blandos, quesos pequeños, quesos grandes, quesos amarillos, quesos blancos, quesitos, etcétera.
Un día preparó el bizcocho preferido de la reina y se quedó asombradísimo cuando lo devolvieron a la cocina sin que nadie lo hubiese probado.
—¿Qué pasa? —preguntó alarmado.
—Todos están preocupados por un grave problema y nadie tiene apetito. Todos están tristes, nadie habla ni ríe —le dijeron.
Se asomó por detrás de las cortinas y vio a la Familia Real sentada en sus sillas, con los codos apoyados sobre la mesa. Los príncipes miraban de reojo al rey U y a la reina A, que no se daban cuenta de nada. El travieso príncipe E tiraba miguitas de pan a la princesa O y daba golpes por debajo de la mesa a la princesa I.
—¡Esto no puede ser! ¡Que alguien me cuente cuál es el problema que preocupa tanto a los reyes como para que no les apetezca mi bizcocho! —dijo el trapecista.
Cuando el trapecista Q se enteró de lo que les ocurría a los reyes, decidió ir a hablar con ellos.
—¿Qué puedo hacer para ayudaros? —preguntó.
—¿Tú?… ¿Qué vas a hacer tú? ¿Puedes acompañar a esta pareja de revoltosos y decir con ellos «ke, ki»?
—¡Claro que puedo! Esa es mi forma de hablar y no creo que me canse mucho —respondió.
—Acabarás agotado si tienes que seguir a esta pareja en sus juegos, porque son muy revoltosos y no paran ni un momento —dijo el rey U.
—¿No podríais hacer que fueran más formales cuando vinieran conmigo? —preguntó el trapecista Q.
El rey se quedó pensativo y dijo contento:
—¡Ya lo tengo! Yo os acompañaré. Me colocaré en medio e iré leyendo tranquilamente el periódico, sin decir nada. No creo que se atrevan a portarse mal.
Así lo hicieron. Se colocaron el trapecista Q, luego el rey U y, al final, unas veces el príncipe E y otras la princesa I.
El trapecista sabía contar unos cuentos fantásticos. A los príncipes les encantaba escuchar sus historias y se portaban muy bien.
¡Qué contento estaba el trapecista Q! Había ayudado al rey U y tenía unos amigos estupendos; además, todos volvían a estar contentos, a alabar su talento de narrador y a comer sus ricos bizcochos.
Esperemos que gracias al trapecista Q se acaben los problemas y que siempre sean felices. Pero me parece que todavía queda alguno más… Otro día lo sabremos.
Dentro de nuestro Proyecto de este trimestre, hoy nos hemos convertido en ingenier@s, arquitect@s y constructores para crear nuestra propia Torre Eiffel.
¡Hola a todos!
Hoy hemos estado visitando el Planetario de Madrid y nos lo hemos pasado fenomenal.
Hemos conocido a Cloe, una profesora del Planetario, que nos ha contado muchas cosas sobre el espacio. Hemos visto las fases de la Luna; aprendido que las estrellas son: rojas, amarillas, blancas y azules, y que juntas forman constelaciones como la Osa Mayor u Orión. También hemos visto de cerca los planetas y nos han animado a ir al campo de noche para ver las estrellas mejor que en la ciudad.
Luego hemos conocido a Paxi, un marciano que está viajando por el espacio. Él nos ha contado cómo se mueve la Tierra, nos ha explicado más cosas sobre los planetas y hemos descubierto los asteroides.
Os dejamos unas fotos para ver lo bien que lo hemos pasado, y las canciones que hemos aprendido.
Por fin, dejamos atrás el invierno y empezamos a poner color a nuestra clase. Le damos la bienvenida a la primavera con este sol, que hemos pintado entre todos. Poco a poco os iremos enseñando como va quedando nuestra clase.
Cuando la gente del País de las Letras quería arreglarse el pelo, afeitarse la barba o el bigote, ¿adónde creéis que iban? A la peluquería, claro. Pero el problema era que allí no había peluqueros, y esto preocupaba a los reyes.
Pidieron voluntarios y fueron varios los que se ofrecieron para realizar el trabajo, pero todos lo hacían tan mal que duraban muy poco tiempo.
El último que se presentó fue el señor P , porque creyó que lo iba a hacer muy bien, ya que, con su forma de hablar, se podía decir «peluquería». Empezó su trabajo y todos salieron contentos: lavaba, peinaba, cortaba el pelo y cobraba poco dinero.
Todo fue bien hasta que un día el señor P, que estaba muy cansado porque había dormido poco, se despistó y todo le salió mal. Primero entró una señora a rizarse el pelo. Se lo cortó tan corto tan corto que casi parecía calva. ¡Qué disgusto el de la señora!… Lloró, se enfadó, gritó, pero aquello ya no tenía remedio. Y después entró un señor a cortarse el pelo, pero a él se lo rizó como a una señora y le preguntó si quería que le hiciese un moño. ¡Huy! Aquel señor salió corriendo de la peluquería y no volvió más.
Como no dejaba de tener despistes, los reyes sugirieron al señor P que dejase la peluquería y se buscase otro trabajo. El señor P pidió pppperdón y se fue a su casa.
Habló con su familia y le convencieron para poner una ppppanadería-ppppastelería. Era lo mejor para que todos le perdonasen y estuviesen contentos. La gente siempre entra contenta en las pastelerías a comprar pasteles, caramelos, chocolatinas y… ¡decidlo vosotros! ¿Qué otras cosas se pueden comprar en una pastelería? ¡Muy bien!
Así fue como el peluquero se convirtió en el panadero P. Empezó a elaborar unos pasteles riquísimos y muy baratos. Tan contentos quedaron los habitantes del País de las Letras que pronto se olvidaron de sus despistes.
Todas las mañanas, a la hora del desayuno, el panadero P se dirige al castillo a llevar a la Familia Real los bollos recién sacados del horno, o una tarta para el postre, o porras y picatostes para el chocolate de la merienda. ¡Ah!, pero, después de comer tan deliciosos dulces, siempre se lavan los dientes para evitar que se les estropeen.
En el castillo, habla un rato con cada miembro de la Familia Real para enterarse de lo que más les gusta. Son tan parlanchines que, cuando se juntan, hablan todos a la vez. El panadero P dice: «Pppp», que quiere decir «¡Buenos días!»; y el rey U contesta: «¡U, u, u,u!». Pero uno no espera a que salude el otro para contestar, sino que hablan los dos al mismo tiempo.
Es muy divertido escucharles a todos: «Pa, pe, pi, po, pu».
Cuando hablan varios juntos, dicen cosas que se entienden, como papá, Pepa, pío, pupa, pipa, y otras muchas. Si al panadero P le acompaña su mujer, todavía dicen muchas más… Otro día os la presentaré y hablaremos con ellos.
Tenéis que saber que, desde que los gigantes se enfadaron, nadie puede caminar hacia el País de los Gigantes, que está a la izquierda, porque ellos esperan mandarles un viento helado para que se pongan muy enfermos. El señor P y todas las letras caminan siempre hacia la derecha; sus pies nos lo dicen. No lo hagáis nunca hacia el otro lado porque, ¡pobrecitos!, ¡no sé que sería de ellos!
Comenzamos nuevo trimestre y nuevo viaje. Esta vez Moli nos lleva a conocer París.
Y para introducirnos en nuestro nuevo proyecto hemos organizado una actividad en la que cada uno tenía una pieza de puzzle con su nombre y tenía que encontrar las que faltaban para completar la imagen de un monumento importante de la cuidad y así también descubrirían quien iban a ser sus nuevos compañeros y compañeras de equipo.
Una vez montados los puzzles y encontrado los equipos, han bajado a las clase de 3 años a preguntar a las profes el nombre del monumento, que pasará a ser el de su equipo (Torre Eiffel, Arco del Triunfo, Louvre, Moulin Rouge y Notre Dame).
¡Qué bien lo hemos pasado!
Terminamos el segundo trimestre con la visita de nuestros abuelos y abuelas que vienen a clase para compartir un momento inolvidable y disfrutar de sus deliciosos postres.
¡Muchas gracias! ¡Os queremos!
Hoy hemos ido de excursión al Planetario, para poder conocer un poquito más sobre las estrellas, los planetas, el Sistema Solar… y todo ello a través de la historia ¨El cielo de Cloe».