La princesa I y el jardinero J: la Y

Hoy ha venido la letra Y, al principio no entendíamos nada, ¿porqué tiene dos cabezas? ¿Porqué van el jardinero y la i juntitos??? Pero al escuchar los cuentos lo entendimos todo.

Aquí os dejamos los dos cuentos, para que la conozcais también, y sí esta letra viene con dos cuentos ya que habla de dos formas diferentes.

Que de cosas aprendemos con el Señor Estudioso.

La princesa I y el jardinero J: la Y

Un día, el rey U invitó a su hija la princesa I a enseñar el jardín a los hijos de unos amigos suyos que habían venido de visita. Ella protestó, porque no le apetecía jugar con unos niños desconocidos. Además, en esos días tenía mucha tos y mala cara. La doctora T, después de examinarla, le había recetado jarabe de limón para el catarro, pero todavía se sentía debilucha.

Amenazaba con ponerse a llorar para no tener que salir al jardín cuando el rey, que era muy listo, le dijo: «Si lloras, es porque todavía no estás buena, así que tendremos que volver al hospital. Es mejor que salgas al jardín porque te conviene tomar el sol y el aire».

La princesa I accedió por fin y bajó al jardín con los visitantes. De pronto, un perro saltó a su lado y ella se apartó muy asustada, creyendo que quería morderla. El perro empezó a perseguirla y ella corría en dirección al castillo llamando a su papá: «Iiii, iiii, iiii, iiii», como si dijera: «Papá, ayúdame, que me quiere morder un perro». El rey no la oía. Estaba dentro del palacio con las puertas cerradas.

Al ver que el perro corría más deprisa, se echó a llorar: «Iiii, iiii, iiii, iiii», y solo respiró cuando consiguió llegar al palacio. Pero el perro no quería morderla, solo quería jugar con el ratón que ella llevaba en el bolsillo. Al oírla, acudió toda la familia y el jardinero, sofocado de tanto correr. También aparecieron los niños que estaban de visita, preocupados por el susto que la princesa I se había dado. 

Los niños le dijeron: «Tienes que perdonarnos, el perro es nuestro. Lo hemos dejado en el jardín porque es muy revoltoso y podía estropear alguna cosa del palacio. Como estaba solo, se ha alegrado mucho al verte y ha querido jugar con tu ratón. Por eso ladraba y corría».

—¡No quiero volver a salir sola! —dijo la princesa I—. Me he llevado un buen susto y no quiero que se repita.

El jardinero J, que la quería mucho, la consoló: —No te preocupes, pequeña I, cuando tengas que ir sola a algún sitio, llámame y yo te acompañaré si lo necesitas.

—Bueno, pero ¿cómo te avisaré de que voy a salir al jardín sola? —preguntó la princesa I.

—Muy fácil —dijo el señor J—, mándame a tu ratón amaestrado. Cuando lo vea, sabré que me necesitas e iré a buscarte, y, mientras estemos juntos, le dejaremos nuestros puntos para que se entretenga jugando con ellos en el jardín.

—¡Qué gran idea! —dijo la I.

En efecto, así lo hicieron, caminaban los dos juntos cogidos de la mano, (Se dibuja la «y» como la unión de la «i» latina y de la «j».) pero sin sus dos puntos de adorno. Más tarde descubrieron que unidos podían hablar y que parecían otro personaje distinto, pero el jardinero insistía en que hablara ella porque él se cansaba. Cuando la princesa tiene que acompañar a las visitas, va con el jardinero, y así los vemos entre otras palabras: papá y mamá; sol y luna… Cuando el señor Estudioso les vio, creyó que era un personaje que había llegado de otro país.

La Y ya no está sola

¿Recordáis la historia de la I que se junta con el jardinero?… ¿Recordáis que el señor Estudioso creyó que era un personaje que vino de otro país?… Pues este señor, que se pasaba el día estudiando qué se podía escribir con el cuerpo de las letras, discurrió que era una lástima que un cuerpo tan bonito como el de la i griega solo se emplease para unir otras palabras, y que además estuviese siempre sola.

Dijo: —Esto lo tengo que arreglar: debo buscarle trabajo. Se puso a pensar y a darle vueltas a la idea.

—Voy a pedirle al rey que me permita probar qué podría decir estando al lado de la Familia Real.

Al rey le pareció una buena idea, así que llamó a la reina y a los príncipes y uno a uno fueron llegando al salón real. Comenzaron las pruebas con la reina. Cuando estuvieron cerca la una de la otra se pudo escuchar: «Ya».

—¡Qué dulce sonido! —exclamó la reina entusiasmada. A los príncipes también les gustó cómo sonaba. También el rey quiso escucharse al lado de la nueva letra: «Yu». 

—Es verdad —confirmó el rey—, suena muy agradable.

Como vieron a sus padres tan contentos, el príncipe E y la princesa O quisieron probar: «Ye. Yo».

El señor Estudioso, al ver que sonaba tan bien: «Ya, ye, yi, yo, yu», empezó a pensar qué palabras podían escribir y encontró algunas, como yema, yo, payaso, yute, ayuda, yeso, yate.

Tened cuidado de no confundir su forma de hablar con la del portero del palacio que muy pronto conoceréis.