La doctora T

La doctora T

La médica más importante del hospital del País de las Letras, es la doctora T.

En la mano siempre lleva un tttttermómetro y no para un momento, porque todos los que se ponen enfermos quieren que los cure la doctora T. Cuando la visitan los niños, los recibe sentada y con los brazos abiertos para darles un abrazo. Los niños cogen el tttttttermómetro de caramelo que les da la simpática y cariñosa doctora T para que se lo pongan en la boca y sepan cuánta fiebre tienen. De ese modo se van tan contentos, deseando volver a visitarla.

En la sala de espera tiene también, ttttebeos, un ttttelevisor, tttttartas de manzana o chocolate, por si tenían hambre y no habían llevado merienda, tttubos vacíos, para que jugasen a los médicos y no se aburriesen. Y tttijeras para recortar papeles de colores.

Esta doctora recetaba jarabe de fresa, de limón, de chocolate, de vainilla, y cuando se lo bebían, no sabía a jarabe, sino a batido de fresa, de limón, de vainilla…
¡Qué buena idea!, ¿verdad?
Un día la princesa I se puso enferma. Como no mejoraba y no dejaba de toser,
sus papás llamaron a la consulta de la doctora T, como hacen papá y mamá cuando vosotros estáis enfermos. Cuando la princesa I se enteró se puso a llorar, no quería ir porque decía que la doctora T siempre le decía que comiera más y que tenía que tomar mucho ttttomate porque tiene muchas vitaminas, y aunque no le gustara se lo tenía que comer.
Al llegar a la consulta y ver la mesa llena ttttebeos, se puso a mirarlos y se
tranquilizó. Además, su hermana, la princesa O, que quiso acompañarla para estar a su lado, le contó la historia de un niño tan pequeño como un garbanzo. La princesa I se olvidó del motivo de la visita. Pero cuando la doctora T la hizo pasar a consulta comenzó a llorar de nuevo: iiiii…, iiiii.

La doctora le preguntó con cariño por qué no quería visitarla y, cuando ella se lo
contó, la doctora T se dirigió a un armario y sacó un hermoso ttttomate. Lo cortó con cuidado y lo colocó en un plato. Después le echó un poquito de sal y lo roció con aceite de oliva. Al principio la princesa I se resistió un poco, al final probó el tomate que la doctora le había preparado y su boca se llenó de un delicioso sabor y le pareció que el tomate con sal y aceite estaba muy rico.
“La doctora T tiene soluciones para todo”, pensó la reina A. Desde entonces la princesita I y la doctora se hicieron muy buenas amigas.

Abejas voladoras

Abejas voladoras
Abejas voladoras

Del techo de los pasillos de las clases de 3 años cuelgan abejas de colores.

Las hemos coloreado y decorado con bolitas de papel y virutas de cera de muchos colores. Cuando entra el aire, se mueven y parece que están volando!

Hemos disfrutado adornando nuestras abejas, así como hemos desarrollado nuestra expresión artística y motricidad fina.

¡Esperamos que os gusten!