Esta semana, hemos realizado con nuestros padres los regalos para todas las madres, es una sorpresa….hasta el domingo…esperemos que os guste!!!
¡ESTAMPADO MARIPOSAS!
Descubriendo nuevas técnicas de estampación. Los peques de la clase de 1 año, han experimentado con esta nueva técnica. Ha sido divertido y el resultado muy chulo. Seguiremos explorando y descubriendo nuevas experiencias.
Salida a la Biblioteca
Para celebrar el Día del Libro, los niños de tres años hemos ido de excursión a la Biblioteca, allí nos han cantado un cuento y luego hemos podido representarlo nosotros, hemos visto todos los libros que hay y leído algunos de ellos como por ejemplo «Un día de lluvia en el Zoo» o «El lobo ha vuelto».
¡Lo hemos pasado tan bien que el tiempo se nos ha pasado volando!
La bibliotecaria G, sonidos Ge y Gi, Güe y Güi. 2ª parte.
Hola hola!!!!
Hoy hemos terminado de conocer la historia de la bibliotecaria G y lo sonidos que nos quedaban por conocer.
Bibliotecaria G, sonidos Ge y Gi:
Os dije que os contaría lo que pasó un día en que el rey U se despistó. Bueno, no se despistó. Es que no se imaginaba que sus hijos fueran tan requetetraviesos.
Salieron camino de la biblioteca, igual que otros días, y él se colocó en medio, como siempre, para que se portasen bien. Aquel día no le habían llevado el periódico a casa, así que, al pasar por un quiosco, dejó a los príncipes con la señorita G.
No hizo más que desaparecer el rey U por la esquina cuando el príncipe E ya estaba subiéndose al primer árbol que encontró en su camino y, sujeto a una rama, intentaba llegar hasta un nido de pájaros, que huyeron a toda velocidad para esconderse entre las flores. El príncipe E bajó y empezó a perseguirlos. Quería un pájaro, costase lo que costase.
La bibliotecaria G se asustó desde el principio y, aunque le dolía mucho la garganta, gritó: «¡Geeee!, ¡geeee!».
Aún estaba gritando al príncipe E cuando vio a la princesa I con los pies metidos en el río y saltando como una loca. ¡Qué catarro iba a coger! Gritó de nuevo: «¡Giiii!, ¡giiii!».
Cuando los príncipes vieron que regresaba el rey U, volvieron muy formalitos como si no hubieran hecho nada de nada.
El rey U preguntó a los príncipes si habían sido buenos en su ausencia y, como siempre decían la verdad, confesaron que se habían portado mal y que la señorita G había tenido que gritar muy fuerte.
Cuando le preguntó a la señorita G si era verdad, ella ya no pudo hablar. Se le había puesto la garganta peor.
El rey U tuvo que regañar una vez más a sus hijos.
El señor Estudioso, que dibujaba el cuerpo de todas las letras y anotaba lo que hablaban, escribió: «Ge, je, gi, ji». Se dio cuenta de que, cuando la señorita G tenía que gritar al príncipe E y a la princesa I, hablaba igual que el jardinero J.
Así que dijo:
—¡Vaya lío! Unas palabras las escribiré de una forma y otras de otra.
Hasta que seáis muy mayores, siempre que tengáis que escribir palabras como gemelo, general, jefe, jinete, etc., tendréis que preguntar a vuestros profesores o a vuestros papás cómo se escriben, si con el jardinero J o con la bibliotecaria G.
Vamos a escribirlas todas y tened mucho cuidado para no equivocaros: «Ga, go, gu, gue, gui…».
«Ja, jo, ju, ge, je, gi, ji…».
¡CUIDADO! ¡MUCHO CUIDADO! ¡PREGUNTAD!
Bibliotecaria G, sonidos Güe y Güi.
Ya sabéis que siempre que va sola con los traviesos príncipes tiene que gritar fuerte, muy fuerte.
No creáis que los príncipes se portaban siempre bien con la señorita G. ¡Qué va! Un día le dieron un susto aún mayor que el primero.
Cuando estaban en el jardín esperando al rey U, que les iba a acompañar como siempre, el príncipe E, acompañado por la princesa I, fue a buscar al elefante. Estuvieron un rato jugando con él y no se les ocurrió otra cosa que ponerle en la trompa el erizo y la iguana. ¡Qué carrera emprendió el elefante! Y es que, aunque es muy grandote, tiene mucho miedo a los animales pequeños que se le pueden meter por la trompa.
Así que el elefante, con los príncipes, el erizo y la iguana, salió corriendo. Llegó cerca de la bibliotecaria G, que estaba de espaldas, la cogió con la trompa y la sentó junto a los dos pequeños animales. Al volverse, muerta de miedo, vio que también iban sentados el príncipe E y la princesa I. Gritó: «¡Ggggeeee, ggggiiiii! ¡Ggggiiii, ggggeeee! ¡Parad al elefante! ¡Nos vamos a matar!»
. En cuanto el elefante se agotó, se paró en seco y todos cayeron rodando uno detrás de otro: el príncipe E, la princesa I, la bibliotecaria G, la iguana y el erizo. A cada uno le salió un hermoso chichón, menos al gusano, que estaba tan tranquilo durmiendo debajo del gorro de la señorita G.
El rey U llegó justo en el momento en el que caían rodando. Se disculpó con la bibliotecaria G, cogió a los diablillos de sus hijos y les dio una buena regañina porque ya estaba cansado de tantas travesuras. ¡Si seguían así, un día les iba a pasar algo gordo!
—¡Nunca os dejaré solos con la bibliotecaria G! —dijo—. Otra vez está afónica.
Salieron todos de paseo e iban muy serios: la señorita G, el rey U, el príncipe E y la princesa I. Nadie decía nada; los mayores tenían unas caras muy serias.
Al príncipe E y a la princesa I ya se les había olvidado la travesura y no entendían el por qué de esas caras que casi daban miedo. Iban muy serios y estaban muy aburridos.
Los príncipes empezaron a coger piedrecitas del jardín y, despacito, sin que se dieran cuenta los mayores, empezaron a tirárselas el uno al otro.
Al principio eran pequeñas y lo hacían muy despacio. Las tiraban poco altas y solo caían encima de ellos. Como eran pequeñas, no les hacían ningún daño. Pero enseguida se fueron animando y se las tiraban cada vez más grandes, más deprisa y con más fuerza. Al final acabaron lanzándolas a lo alto para que cayesen a modo de lluvia.
De pronto tiraron muy alto unas piedras bastante gordas. Al hacer ruido, el rey U miró hacia arriba, a la señorita G y ambos miraron al príncipe E y a la princesa I. ¡Qué susto! Todos gritaron, incluido el rey U, que nunca hablaba cuando iba con ellos, porque veían que esas piedras iban a caerles encima: «¡Güe!, ¡güi!». Se oyó tan alto que los pájaros volaron asustados. «¡Güe!, ¡güi!», volvieron a gritar cuando cayeron otras dos piedras iguales sobre los hombros del rey U. La señorita G, afónica, solo pudo decir: «Gggg», (Sonido gutural suave.) aunque también intentó gritar.
El señor Estudioso se frotó las manos de emoción. ¡Ya tenía los sonidos que le faltaban! Ahora podía decir cigüeña, paragüitas, agüita, etc. Y así dibujó las letras que le faltaban con las piedrecitas encima del rey U.
¡Pero qué complicado lo está poniendo este señor!
—Nada complicado —dijo él—. Cuando veamos las piedrecitas encima del rey U, hablan todos. Si no hay piedras, el rey U no habla. Si no va el rey U, la señorita G grita por las travesuras del príncipe E y de la princesa I. Es fácil. Solo hace falta fijarse.
El mago Catapún, que se alegra cuando alguien se equivoca, disfruta mucho con estos personajes que hablan de varias formas, porque los niños pueden confundirse. Vosotros, que ya los conocéis, os tenéis que fijar mucho para saber cómo hablan.
«Ga, gue, gui, go, gu».
«Ja, je, ge, ji, gi, jo, ju».
«Gua, güe, güi, guo»
La bibliotecaria G: Ga, gue, gui, go y gu. 1ª Parte
Hoy 23 de abril, Día del libro, no hemos podido tener mejor letra que la G, la bibliotecaria del País de las letras. Además ha venido con una sorpresita, con unos bonitos marcapáginas para cada uno de nosotros.
Hoy nos ha contado la primera parte del cuento, ya que esta letra habla de tres formas diferentes, aquí tenéis el cuento de la primera:
Ya estamos terminando de conocer a todos los personajes del País de las Letras. Nos quedan muy poquitos. Hoy os presentaré a un nuevo personaje y os contaré por qué habla de varias formas y qué le hacen los traviesos príncipes.
La bibliotecaria G tiene mucho trabajo y, además, habla de tres formas distintas; pero no se debe a que sabe varios idiomas como la enfermera C. No es por eso. Es porque los diablillos I y E, con sus travesuras, le obligan a gritar aunque le duela la garganta.
La bibliotecaria G es una gran aficionada a dar largos paseos por el campo. Cuando su trabajo en la biblioteca se lo permite, sale con su educado ggggato. Un día de invierno que lucía el sol, se colocó su bufanda, se enfundó su ggggorro, sujetó a su gato con un cordón y, con su libro debajo del brazo, salió de su casa en dirección al campo.
La señorita G paseó durante mucho rato y, finalmente, soltó al gato y se sentó en la hierba mientras leía su libro preferido. El gato empezó a jugar con todo lo que encontraba: hojas secas, palitos, caracoles…; a estos los empujaba como si fuesen pelotas. Finalmente, se puso a jugar con algo que le hacía dar vueltas y vueltas.
La señorita G se reía viéndolo, aunque no sabía qué era aquello que perseguía con tanto empeño. El sol fue escondiéndose y el gato, cansado, se sentó sin dejar de mirarse la punta de la cola. De pronto, esta se encendió como una bombilla. ¡Qué susto se dio la señorita G! ¡Creyó que se le había prendido fuego!
El gato no se quejó, pero siguió dando vueltas y más vueltas hasta que su dueña le quitó aquello que alumbraba como una bombilla y que era nada más y nada menos que un ggggusanito de luz o luciérnaga.
El ggggusanito de luz saltó de la mano de la señorita G a la cola del gato y de allí se marchó para colocarse entre los ojos. ¡Qué risa! ¡Parecía que tenía tres ojos! Luego se puso en la boca. Era como si llevara una linterna. Así, mirando los saltos de la luciérnaga, estaban tan divertidos que la señorita G no se dio cuenta de que seguía sentada y se estaba enfriando.
Cuando llegó a casa, le dolía muchísimo la garganta y casi no podía hablar. Al día siguiente, la doctora T le dijo que se había enfriado tanto que no podría volver a gritar como antes. No le importó mucho porque había conocido a un nuevo amigo: el gusano de luz o luciérnaga. Cuando iba a una fiesta, se lo ponía en el pelo y nadie sabía qué era aquel adorno tan precioso.
Otro día, persiguiendo al gato que iba con la luciérnaga en dirección al País de los Gigantes, gritó para avisarles, con tan mala suerte que despertó al mago Catapún, que les envió su aire helado. Otra vez le dolió mucho la garganta y de nuevo la doctora le dijo que estaba muy enferma y que no debería gritar nunca o se pondría todavía peor. Al hablar decía: «Gggg, gggg, gggg, gggg». (Sonido suave, gutural.)
Cuando los reyes la contrataron para que cuidase de los príncipes y les contara hermosas historias, pensó que no tendría problemas con la A, la U y la O, pero con la E y la I no podría estar sola. Con lo traviesos que eran el príncipe E y la princesa I, seguro que la harían gritar mucho y enfermaría de nuevo.
Como el rey U era muy comprensivo, le dijo: —Irás sola cuando acompañes a la reina, a la princesa O y a mí. Pero cuando tengas que estar con el príncipe E o con la princesa I, yo iré con vosotros. Me colocaré en medio leyendo el periódico y no diré nada; si van conmigo, no se atreverán a hacer travesuras y podrás hablar sin gritar.
Vamos a probar ahora mismo. La señorita G se puso al lado de la reina A: «Ga», decían cuando hablaban. Con la princesa O: «Go»; hablaban sin problemas. Con el rey U: «Gu», decían suavemente. Todos estaban contentos. Mandaron venir al príncipe E. Se colocó la señorita G, luego el rey U, callado, con su periódico en la mano y, por último, el príncipe E.
Como el rey no dijo nada, hablaron así: «Gue». Finalmente, llegó la princesa I e hicieron lo mismo. Primero la señorita G, luego el rey U y, la última, la I. Como el rey no dijo nada, hablaron así: «Gui». Cuando la bibliotecaria G acompaña a la Familia Real suena así: «Ga, gue, gui, go, gu».
Todos parecían felices, pero…, ¿sabéis qué ocurrió un día?… ¡Pobre señorita G! ¿Queréis que os lo cuente?… Mañana lo haré.
Fiesta de primavera
Ya esta aquí la primavera!!! y lo hemos celebrado por todo lo alto, os dejamos la imágenes de lo bien que lo hemos pasado!
Les petits croissants…
Estamos aprendiendo un montón de cosas sobre Francia con Moli y, como parte de su gastronomía, hemos descubierto los croissants.
Así que hoy nada más llegar al cole, nos hemos bajado al comedor. Lo primero que hemos hecho ha sido echar un poco de harina en la mesa para que no se nos pegasen los croissants. Luego hemos preparado triángulos de hojaldre, en unos hemos untado Nocilla ayudándonos con un cuchillo, y en otros hemos puesto trocitos de jamón York. Una vez lista esta parte, los hemos enrollado con cuidado, dándoles ya la forma de croissant. Para terminarlos, les hemos echado un poco de huevo por encima y… ¡Listos para el horno!
Aquí tenéis fotos de todo el proceso… ¡El resultado lo veréis esta tarde en primera persona!
¿Estáis preparados…?
Día de los abuelos
Que tarde tan maravillosa hemos pasado rodeados de nuestros abuelos y abuelas, además con ellos hemos realizado un taller de cocina divertidísimo y hemos acabado llenos de chocolate!!
Volver pronto!!
Colores de primavera
Continuamos celebrando la llegada de la primavera, y lo hacemos con mucho color, y creando nuevos paisajes.