Un día el rey invitó a la princesa I a enseñar el jardín a los hijos de unos amigos suyos que habían venido de visita. Ella protestó porque no le apetecía jugar con
unos desconocidos. Además, esos días tenía mucha tos y mala cara. La doctora T lehabía recetado jarabe de limón para el catarro, pero todavía se sentía debilucha.
Amenazaba con ponerse a llorar para no tener que salir al jardín cuando el rey,
que era muy listo, le dijo: “si lloras, es porque todavía no estás buena, así que
tendremos que llevarte al hospital. Es mejor que salgas al jardín para tomar el sol y el aire”.
La princesa accedió y bajó al jardín. De pronto un perro saltó a su lado y ella se
apartó muy asustada, creyendo que quería morderla, el perro la perseguía mientras la princesa corría en dirección al castillo llamando a su papá. Al ver que el pero corría más deprisa que ella se echó a llorar y sólo respiró cuando consiguió llegar a palacio. Al oírla, acudió toda la familia y el jardinero, sofocado de tanto correr. También aparecieron los niños que estaban de visita, preocupados.
Los niños le pidieron perdón, porque el perro era suyo. Lo habían dejado en el
jardín porque era muy revoltoso y podía estropear algo del palacio: “Como estaba solo, se ha alegrado mucho al vernos y quería jugar con tu ratón. Por eso ladraba y corría”, le dijeron.
-¡No quiero volver a salir sola! –dijo la princesa I-. Me he llevado un buen susto
y no quiero que se repita.
El jardinero J que la quería mucho, la consoló: -No te preocupes, cuando tengas que ir sola a algún sitio, llámame y yo te acompañaré si lo necesitas.
-Bueno, pero, ¿cómo te avisaré que voy a salir al jardín sola?
-Muy fácil –dijo el señor J-, mándame a tu ratón amaestrado. Cuando lo vea,
sabré que me necesitas e iré a buscarte, y mientras estemos juntos le dejaremos nuestros puntos para que se entretenga jugando en el jardín.
-¡Que gran idea! Dijo la I
En efecto, de esa manera lo hicieron, y caminaban cogidos de la mano los dos juntos, pero sin sus dos puntos de adorno, más tarde descubrieron que podían hablar los dos juntos, y que parecían otro personaje distinto, pero el jardinero insistía en que hablara ella porque él se cansaba.
Cuando la princesa tenía que acompañar a las visitas, iba con ella el jardinero, y así los vemos entre otras palabras: papá y mamá; sol y luna… Cuando el señor Estudioso los vio, les dio un nombre muy raro: “ y griega”, porque creyó que era un personaje que había llegado de otro país.
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