Big Room (Jornada de Puertas Abiertas)

Aquí tenéis un vídeo creado por las personas que pasaron por la Big Room el domingo de Puertas Abiertas usando el croma (alumnos, padres, hermanos…). Es la nueva versión del Photocall… el Videocall.  Aunque no pertenece a Infantil, nos parece una experiencia muy divertida que queríamos compartir en nuestro blog.

Fables and Fairy Tales

The five-year-olds had a special treat one afternoon during Cultural Week. Students from the ESO performed many different mini-plays for us, telling familiar stories. We saw Jack and the Beanstalk, The Boy Who Cried Wolf, Goldilocks and the Three Bears, Peter Pan, Alice in Wonderland, and lots more. We counted ten different plays in all! We particularly enjoyed an original story about Winnie-the-Pooh and Tinkerbell. Thank you to the students who took the time to prepare such a fun treat for us!
The Boy Who Cried Wolf

La señorita Z

Hoy vamos a conocer a una señorita elegante y graciosa. Le gusta que los niños hagan las cosas a su tiempo, jugar a la hora de jugar, comer a la hora de comer, trabajar a la hora de trabajar y dormir a la hora de dormir. La señorita Z es la encargada de acompañar a los príncipes cuando van de paseo. En una ocasión volvió muy enfadada porque el príncipe E se subió a un árbol, se rompió los pantalones nuevos y casi se cayó cuando se rompió la rama donde había puesto el pie. La señorita Z dio un grito y se puso muy nerviosa, le regañó y luego se lo contó a sus papás, así que el príncipe tuvo que prometer que nunca más se portaría mal.

Otro día que también iban de paseo, el príncipe E y la princesa I se adelantaron y se escondieron en un campo de flores altas que les tapaba. Como la señorita Z no los veía, pensó que se habían perdido y se asustó muchísimo. Cuando por fin salieron vieron que habían pisoteado todas las flores. Pero también esta vez los perdonó.

Pero la travesura más grande la hicieron cuando los llevó al circo. Llegaron con sus palomitas, pipas y cacahuetes, muy formales y se sentaron, pero como la función tardaba en empezar no paraban de moverse, aprovecharon un descuido de la señorita Z y se escaparon y se fueron a una parte del circo que había una caja grande. La abrieron y sacaron lo que les pareció una cuerda, pero que era… ¡Una serpiente dormida! Sin embargo no se asustaron porque no sabían lo que era, empezaron a saltar con ella a la comba, y la serpiente seguía dormida, creyendo que la estaban acunando y no se despertó. La señorita Z, al verlos, se asustó, empezó a gritar y llorar y casi se desmaya. Los niños volvieron y se sentaron en sus sillas. Sus travesuras continuaron durante las actuaciones del circo: payasos, perros amaestrados…Tiraron de la cola a un perrito y casi les muerde, pincharon al león con un palo en su jaula.

Pero lo peor fue cuando vieron los elefantes. Como el príncipe tiene uno, saltó a la pista se agarró a la cola del primero y subió como si fuera un trapecista. Luego se deslizó por la trompa como si fuera un tobogán, y quiso subir otra vez, pero como el elefante no lo conocía, se enfadó, lo cogió con la trompa y lo tiró al tanque de los patos. La princesa se acercó a ayudar a su hermano, y, ¡zas! El elefante, todavía enfadado, la mandó al lado de su hermano, llenó la trompa de serrín y se lo echó por encima. Toda la gente se reía porque pensaban que era un número del circo, menos la princesa O y la señorita Z.

La señorita Z se enfadó, cogió a cada uno de la mano y volvieron a palacio, se puso delante de los reyes y nerviosita, tartamudeando les dijo: “señores, aquí tenéis a esta pareja revoltosa y desobediente, ya podéis mandarme lo que queráis, menos que vuelva a salir con el príncipe E y la princesa I”.

Desde entonces la señorita Z sólo acompaña al rey U, a la reina A, y a la princesa O. A los reyes les pareció bien, y les dijo que de momento no irían a ningún sitio hasta que encontrara a alguien que acompañara a esa pareja.

LA ENFERMERA C

Como la señorita Z se negaba a salir con los príncipes, no había nadie que se quedara con ellos cuando salían los reyes. Al principio se quedaban con la cara triste. Pero pasaban los días y los reyes echaban de menos la alegría de sus hijos y la princesa O comenzaba a aburrirse sin sus hermanos. El Señor Estudioso que quería dibujar el cuerpo de las letras para escribir libros, no podía formar palabras como ccccena, ccccine… desde que la señorita Z se había enfadado. El rey se metió en su despacho y empezó a pensar una solución, igual hizo la reina y acabaron todos los habitantes del país pensando lo que se podía hacer. La enfermera C había nacido en una ciudad al otro lado del mar; vino al País de las Letras a estudiar para ser enfermera, pero le gustó tanto que se quedó a vivir y a trabajar en él.

Un día, al salir del hospital, la enfermera C se sorprendió al ver la cara de preocupación que tenían todos; la enfermera C se acercó a preguntarles. Cuando se enteró también ella se preocupó y empezó a pensar si no podría remediarlo. ”Tengo bastante trabajo, y salgo cansada, pero algunos días no voy al hospital, y otros tengo la tarde libre. Además me gustan mucho los niños y hablo varios
idiomas, así que estoy dispuesta a hacer el trabajo de la señorita “Z”. Y se fue a hablar con los reyes. Te lo agradecemos mucho, le dijo el rey, pero he de decirte que mis hijos disfrutan haciendo travesuras, aunque la verdad es que no son malos. Tendrás que tener cuidado para que no les pase nada ni molesten a nadie y no estropeen los jardines. El rey se fue muy contento a contárselo a su familia, y la princesa I y el príncipe E saltaron de alegría cuando se enteraron. La primera vez que fue la enfermera C a buscarlos se levaron un susto que casi se caen por la ventana.

Como iba vestida de enfermera, se pensaron que iba a ponerles una inyección, así que corrieron y se metieron debajo de la cama. La enfermera se lo explicó todo, que no le había dado tiempo de cambiarse porque se le hacía tarde para llevarlos al campo a buscar ccccerezas, que estaban rojas y apetitosas. Salieron de debajo de la cama y le dieron la mano a la enfermera C.

Ya en el campo, el príncipe y la princesa jugaron tranquilos. Al regresar a casa llevaban un gran cesto lleno de ccccccerezas para sus papás. A la enfermera le dieron las gracias y un gran abrazo. Ella les dijo que le había gustado mucho el paseo que habían dado y que otro día los llevaría a cccccenar y al cccccine con permiso de sus papás.

Tenemos que tener cuidado de no confundir a la señorita Z con la enfermera C, porque la señorita Z no sale nunca con la princesa I ni el príncipe E.