Hoy ha venido a visitarnos la letra más divertida de todo el País de las letras, el Payaso R.
A parte de hacer reír a todo el mundo, tuvo un papel muy importante, aquí podéis ver qué pasó:
Vamos a conocer a un personaje del circo que llegó al País de las Letras. Es un personaje alegre, divertido, con un gorro puntiagudo y una gran nariz redonda y unos enormes zapatos. ¿Adivináis quién es?… ¡Es el payaso!
Este es el payaso R , con su gorro lleno de estrellas. Es lo que más le gusta de su traje y no se lo quita ni cuando descansa.
El payaso R, además de simpático, es muy ruidoso y disfruta imitando las motos de carrera cuando van a toda potencia: «Rrrr, rrrr, rrrr, rrrrr». Si le parece que suenan poco, a veces también pone en marcha unos cuantos coches de juguete y todos juntos producen un enorme estruendo: «Rrrr, rrrr, rrrr, rrrr».
El rey de los gigantes, el mago Catapún, siempre está tramando fechorías. Un día envió a sus gigantes con sacos llenos de rrrratas al País de las Letras para que las soltasen por la noche. Así lo hicieron, y, cuando nuestros amigos se levantaron, las encontraron por todas partes: en la cocina, en el colegio, en la pastelería, encima de las camas y… ¡hasta en los zapatos había ratas! ¡No sabían qué hacer!
Los reyes empezaron a reflexionar, como siempre que tenían un problema, y decidieron pedir ayuda a todos los habitantes del país. Las letras se reunieron en asamblea y cada una fue aportando sus ideas para acabar con aquella invasión. Entre todas destacó la idea del payaso R, que quería acabar con todas las ratas del circo. Estas ponían nerviosos a los elefantes, furiosos a los leones y hacían que los perros ladrasen sin cesar. El payaso R se acordó del cuento El flautista de Hamelín y quiso hacer lo mismo, pero, como no tenía una flauta mágica, decidió emplear queso para acabar con las ratas. Tal como lo pensó, lo hizo. Cogió un cesto lleno de queso y lo repartió por el suelo del circo, de manera que las ratas, atraídas por el olor, acudieron rápidamente a comérselo…
Más tarde, fue echando trozos de queso por la calle. Las ratas le seguían. Y se unían cada vez más y más; El payaso R acudían de todas partes hasta quedarse las casas vacías. Siempre detrás del payaso R.
Una vez en el río, el payaso R echó queso al agua… Las ratas, que solo miraban el queso, no vieron el agua y, ¡zas!, se zambulleron en ella una tras otra: una, dos, tres…y las arrastró la corriente camino del mar…
La gente del País de las Letras gritaba: «¡Viva el payaso R!», y lo llevaron a hombros hasta el palacio real. Los reyes estaban felices y le dijeron: «Pídenos lo que quieras. Te mereces un premio».
El payaso R contestó: —Señores, dadme una casita con jardín y mi hermano y yo nos quedaremos a vivir en vuestro país.
—Ahora mismo —dijeron los reyes.
Le preguntaron también qué trabajo quería hacer y él respondió que le gustaría ser el encargado del garaje de palacio, porque le encantaba el ruido de los coches.
—De acuerdo —dijo el rey—, y lo nombró encargado general de todos los garajes del reino y, además, jefe de protección contra las ratas.
¡Qué contento estaba nuestro amigo! ¡Cómo se iba a divertir! Un día, el rey U fue a visitarle para saber si estaba contento. ¡Qué susto se dio al oír aquel ruido insoportable! No se entendían ni aun hablando a gritos.
El payaso R le preguntó si algún día podía ir a palacio, de este modo el señor Estudioso podría dibujar su cuerpo. El rey U le contestó que podía ir a visitarles y que se marchaba porque en ese garaje había mucho ruido. Pasados unos días, el payaso R fue a palacio a visitar a la Familia Real y le preguntó al rey U si podía acompañarle a él y a su familia.
—De acuerdo, vendrás con nosotros de paseo, pero, cuando estés entre dos personas de mi familia, no podrás gritar.
—Pero ¿nunca podré gritar «rrrr»? —preguntó R.
—Bueno, cuando hables el primero y no vayas entre dos personas de mi familia.
—Bien, bien, procuraré acordarme —dijo R.
—Espero que así sea —contestó el rey U.
Vamos a ver en la pizarra lo que los reyes querían que hiciese el payaso R. Así, al ver cómo aprendéis vosotros, a lo mejor lo termina de aprender él. Ponemos rosa, rabo, risa… y le dejamos gritar fuerte porque va el primero… Ponemos aro, pera, oro, caro y suena suave porque va entre dos personas de la Familia Real. Si se equivoca y en lugar de oro grita orro, la Familia Real se enfada con él.
El payaso R no quería disgustar al rey y pensó que sería más fácil si llamaba a su hermano, el atleta, que era muy forzudo porque hacia mucha gimnasia. Los dos hermanos hablaban igual, pero al hacerlo los dos a la vez, aunque hablaran bajito, hacían ruido suficiente, de este modo el rey no podría regañarles. Entonces, el payaso R fue a buscar a su hermano para contarle el nuevo plan y le convenció para que le acompañara en el próximo paseo con la Familia Real. ¿Qué pasará?…